Esto supone graves problemas de sobresaturación e inseguridad vial en las tres únicas áreas de descanso que se encuentran en los más de 200 kilómetros de la autopista (Benicarló, La Ribera y Bajo Ebro). Señalar también que entre las tres suman menos de 90 plazas de aparcamiento para camiones, haciendo más difícil llevar a cabo los descansos que por ley están obligados a hacer cada cuatro horas y media.
Sin embargo, a pesar de las constantes protestas llevadas a cabo por las organizaciones de transportistas, tanto a la DGT como al Servicio de Tránsito de Cataluña, ambos organismos siguen rechazando la posibilidad de que los profesionales del transporte puedan abandonar la autopista hacia la carretera nacional para realizar los repostajes, avituallamientos o descanso. En ambos caso, son obligados a retroceder e incorporarse por la misma salida de la AP-7 por la que accedieron a la nacional, con la consiguiente pérdida de tiempo y de duplicación de kilómetros recorridos. Esto no tiene demasiado sentido, más aún cuando siendo gratuita la autopista tras el fin de la concesión, no reportaría ninguna ventaja a los transportistas aprovecharse de esta excepción al desvío obligatorio para circular por la carretera nacional, pudiendo hacerlo por la autopista.
Con todo, las asociaciones de transporte alertan de la situación de inseguridad vial que se originan en dichas áreas de servicio, ya que muchos transportistas se ven obligados a aparcar en los carriles de entrada y salida junto a la autopista.